Calle de Preciados, núm. 23 —Madrid
HISTORIA
TICA Y DIPLOMATICA
desde la independencia Estados Unidos hasta nuestros días
(1776-1895)
)N JERONIMO BECKER
bra, que acaba de ponerse á la venta, en amplio y fiel extracto los principales examina con imparcialidad la historia señala sus defectos y expone con minu- talles )o referente á las relaciones exte- España, siendo, por tanto, de gran inte- conocer de un modo exacto el aspecto co de la cuestión cubana. 10 en 4.°, 642 páginas, 8 pesetas.
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DE LAS
mandadas imprimir y publicar
POR
JESTAD CATOLICA DEL REY CARLOS II
edición, corregida y aprobada por la dias del Tribunal Supremo de Justicia, obación de la Regencia provisional del
omos en folio, 50 pesetas.
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itablecimiento tipográfico de Pedro Ndñez, Plaza de San]Javier —Calle del Rollo, 9.
LAS QUINTAS
LAS QUINTAS,
DRAMA EN DOS ACTOS Y EN VERSO ,
ORIGINAL DE
D. FRANCISCO MI ECHEVARRIA:
Estrenada en el teatro de Lope de Rueda, en 28 de Setiembre de 17 O.
SEGUNDA EDICION.
MADRID :
IMPRENTA DE GABRIEL ALHAMRRA, calle <lc San Bernardo, 73.
1872.
D. MAXIMINO CARRILLO DE ALBORNOZ.
Insignificante es el mérito de esta obra para llevar á su frente su nombre de V., tan conocido en la república de las letras; pero yo no puedo olvidar que el mí o figura en la continuación de El Diablo Mundo; que nos unen estre- chos lazos de amistad, sincera y leal, y sobre lodo que le quiere á V. con el alma, su apasionado
PERSONAJES.
ACTORES.
Claudia
Rosa
Julián
Pedro
Perico no-matar
Don rufo
Gil
El porro
Aldeano 1.°. . . Idem 2.°
Sra. Fenoquio. Srta. Alvarez. Sres. Vico (hijo).
Parreño.
J. García.
Cortés. Reig.
Medel . Cátala. Puga.
La acción en un pueblo de Aragón. Años de 1851 y 1859.
Esta ubra es propiedad de su autor, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España y sus posesiones de Ultramar, ni en los países con quienes haya celebrados ó se celebren en adelante tratados internacionales de propiedad literaria.
El autor se reserva el derecho de traducción.
Los comisionados de las Galerías Dramáticas y Líricas de los Sres. Gallón é Hidalgo, son los exclusivos encargados del cobro de los dere- chos de representación y de la venta de ejemplares.
Queda hecho el depósito que marca la ley.
ACTO PRIMERO
Paisaje. — Á !a derecha del espectador la casa del tio Pedro, á la izquierda la de Rosa. En segundo término, y en el promedio de la escena, una cruz sobre dos escalones practicables. Al fondo montañas cortadas por un abismo.
ESCENA PRIMERA.
Claudia, aparece en el dintel de la puerta de su casa, con el delantal recogido, echando trigo.
Pí . . . pí . . . pí . . . pí . . . vamos, vamos,
no se sale del portal. {Cerrándole.)
Gallir.as más correntonas
no las he visto jamás.
Ay! que en esto se parecen
á los hombres; nunca están
recogidos en su casa,
que es donde deben estar.
TsTo señor, de pindongueo. . .
Y eso, que yo, á la verdad,
ii o debía. . . pero ¿dónde
en el mundo se hallará
un marido como Pedro
y un hijo como Julián?
Calla, y veo que se olvidan...
hoy es día de podar
el majuelo y es preciso
llevar las muías. . . ¡Julián!
¡Pedro! (Gritando y golpeando la puerta.)
— 10 -
ESCENA H.
Claudia, Pedro, Julián, con tena legona al hombro
Pedro. Ajá; chilla otro poco;
nada, chiquia, chilla más.
¡Voto álm rayo! que parece
que te rajan por mitad. Julián. ¡Padre!
Claudia. Pues digo que el genio
que has echado es para echar á cualquiera al hoyo. (Compungida.) Pedro. Ea,
ya la soltó. Julián. * Claro está;
tiene usted unas salidas!. . . Pedro. ¡También tú! Voto al pilar que sostiene á la Patrona que no me faltaba más. Julián. (Padre, si madre sospecha,
se muere.) Pedro. (Dices verdad.)
Claudia. Deja á tu padre que grite
y tenga mal genio. Pedro. Cá. Claudia. Que ofenda á Dios. Pedro. No haya chanzas.
Claudia. Y á la Virgen del Pilar. Pedro. Repara bien lo que dices, que á bruto me ganarán; pero lo que es á cristiano y á ser español y á amar á la Patrona, no hay madre que pára otro Pedro! Ba! Claudia. Entonces en vez de triste y adusto, ¿por qué no estás alegre'7 Pedro. , Porque ... Julián. (A Pedro.) (Silencio.) Claudia. Motivos tienes. Pedro. Ya, ya,
si los tengo! (Para ahorcarme de un tronco del encinar.) Claudia. Digo! ¿te parece poco que el chico esté libre ya
- 11 —
de las quintas?. . . verdad, hijo? Juman. Madre... Pedro. (¡Yoto á Barrabás!)
Claudia. Hace dias también era
un mar de llanto; si, un mar:
que se acercaba el sorteo
en que entraba mi Julián
y se acercaba mi muerte.
Dios tuvo de mí piedad
y puso en su mano un número
de los mejores. Pedro. Ajá,
de los mejores, no mientes.
(Délos primeros.) Claudia. ¿Verdad? Pedro. (Fué el uno, con que no entiendo;
si llega el cliiquio á sacar
otro mejor, va á presidio
por toda la eternidad.) Claudia. No me estraña que tu padre
tenga la cara de agraz,
aunque debiera estar hecho
un rabel de Navidad;
extráñame tu tristeza. Julián. Madre, usted comprenderá
que do siempre se halla el horno. . . Claudia. No me acabes el refrán,
que ya te comprendo, Rosa
tiene la culpa. Julián. No tal.
Pedro. Chiquio coge los avíos
que hoy tu madre charlará
por los codos, si la dejan. ( laudia. No, pues no se ha de marchar
sin que antes queden los novios
como dos santicos. Sal,
Rosica, sal al momento.
(Llamando á la puerta de la casa de Rosa.) Pedro. Dando papilla estará
á su abuela, que de abuela
ya no puede comer pan. Claudia. ¿Tú qué sabes? Pedro. Diantre, tienes
una mollera lo más. . . Claudia. Lo que tengo es que no vivo
cuando está triste Julián,
y hace dias que en su cara
— 12 -
no para el gozo. Pedro. Cabal. Claudia. Si tú le vieras con otros
ojos...
Pedro. ¿Tendré que cegar?
Claudia. No es eso; es que tú al mirarle
le miras con frialdad. Pedro. Como tú ni más ni menos. Claudia. Justo, ni menos ni más. Pedro. ¿Cómo demonche le miras
tú?
Claudia. Yo, con el mismo afán
con que miran su hermosura
lis muchachas del lugar
en las aguas de la fuente
que sombrea ese parral. Pedro. Chiquio, coge la legona,
que hoy tu madre va á parar
á la Gabia. Claudia. (Llamando.) ¡Sal, Rosica! Rosa. (Saliendo.) ¿Quien llama? Julián. {Con, alegría,) !Rosa! Rosa. (id.) ¡Julián!
ESCENA, III.
dichos, Rosa.
Pedro Nada! se empeñó.
Claudia. (A Pedro.) Ya empiezas
á gruñir? ¡Cuánto veneno! Pedro. (No hay duda que estoy yo bueno
para escuchar sus ternezas.) Claudia. Mira. . . mira. . . (Por los novios.) Pedro. (: Vuelta y soba!
si supieras' que tu hijo
va á ser soldado, de fijo
que no andarías tan boba.) Claudia. i A Julián.)
No, si no me llamo á engaño
al verte tan fino amante;
mucho cariño delante
y detrás mucho regaño.
Claro! nunca en mi presencia
viene á picaros la mosca,
ni me ponéis cara fosca.
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ni me armáis una pendencia;
pero apenas vuelvo yo
la cara, Dios nos asista,
no habrá diablo que os resista;
por fuerza.
Julián. Pero...
Claudia. No, no;
la broma hasta aquí.
Rosa. Mas...
Claudia. Nada; que después de la contienda otros se ponen la venda siendo yo la escalabrada. Julián, alegre hasta aquí, no es ya ni su sombra.
Rosa . Pero . . .
Claudia. Nada. Rosa, que no quiero que siga Julián así.
Rosa. Madre Claudia, estoy perpleja; usted me ofende si acaso piensa que yo. . .
Pedro. No hagas caso,
hoy está loca la vieja.
Claudia. Calle usted, tio insolente. — El cielo sabe, hija mi a, que nunca te ofendería. Te he visto niña inocente sumida en triste orfandad crecer al par de tus flores; he sentido tus dolores y he visto con ansiedad tomar arraigo en tu pecho á ese amor,, que es mi alegría. Quién sabe; quizá algún di a, bajo ese pajizo techo que ha visto mi vida entera, tendré mas séres de hinojos para cerrarme los ojos el dia que yo me muera.
Pedro. ¡Otra!
Julián. ¡Madre! Rosa. Calle usté.
Claudia. No, si no es para afligiros; es solo para deciros lo mucho que gozaré si Dios es servido en darme nuevos hijos. — ¡Ni en el cielo!
- 14 —
ellos serán mi consuelo;
ellos vendrán á cuidarme;
por si me da algún desmayo
siempre estarán junto á mí. Pedro. Claro, siempre junto á tí,
y á mi que me parta un rayo.
Bien cumples los mandamientos, Claudia. Sí, que tu genio es de broma
para andar con nietos. Pedro. Toma!
siempre estarán más contentos
conmigo que no contigo. Claudia. Calla, que no puede ser. Pedro. Si lo has de ver. Claudia. Lo has de ver.
Pedro. Quita allá! Claudia. No me desdigo!
Julián. Pero, madre! Pedro. Yoto á bríos!. . .
Julián. Que es locura tal afán,
y hablar de cosas que están
sólo en la mente de Dios. Pedro. Ya se ve. ¡Si es lo más plomo
tu madre! Claudia. ¿Pedro! Pedro. ¡Más ruda!
Claudia. Pronto saldremos de duda
si Dios nos da vida. Pedro. ¡Cómo! Claudia. Cómo! Haciendo lo que has dicho
distintas veces. Pedro . Distintas?. . .
Claudia. Si el chico libra en las quintas,
se casa. Rosa y Julián. Oh! Pedro. ¡ Claudia!
Claudia. Es capricho
hacer que dure el no viajo,
cuando es lo más conveniente
que ellos se pongan al frente
de la casa y el trabajo.
Luego . . . tengo otra razón
para que haya boda. Pedro. Cuál? Claudia. Nuestro hijo tiene un rival. Pedro. Gil.
Claudia. Su padre es ricachón.
- 15 -
Julián. Pero un míame sin ley. Rosa. ¿Qué cuidado puede darte,
Julián, si no he de dejarte
ni por Gil ni por el rey? Julián. ¡Feliz quien tu amor alcanza,
Rosa! Tus frases sencillas
son bienheéhoras semillas
que hacen brotar la esperanza.
j Quién sabe si estos momentos
son los últimos!. . (Cogiéndola una mano.) Rosa. ¡Dios mió!
Julián. Mas volveré. Yo confio
en Dios y en tus juramentos. Claudia. (A Pedro.)
(Mira qué tiernos están.) Pedro. Mucho.
Claudia. Si ha de ser que sea.
Hoy sabrá toda la aldea
que se casa mi Julián. Pedro. Claudia! Claudia. No hay más.
Julián. Pero, madre. . .
Pedro. Claudia, que cierres el pico. Claudia. Mas, . .
Pedro. De la boda del chico
sólo se encarga su padre. Claudia. Pero. . .
Pedro. Nada, entra en la casa
á arreglar pronto la cena.. .
Claudia. Pero. . .
Pedro. (Colérico.) ¡Claudia!
Claudia. Es una hiena,
Ven, hija, ven. ¿Qué le pasa?
ESCENA IV.
Pedro-, Julián.
Julián. Padre, es ya necesidad que acabe tanta patraña; ya quien engaña se engaña. ¿Á qué ocultar la verdad? Si está contenta mi madre, es lo cierto que su hijo va á ser soldado.
Pedro. Colijo
- 16 T-
JüLlAlN.
Pedro.
JüLIAN.
Pedro. Julia?;. Pedro. Julián. Pedro. Julián. Pedro
Julián. Pedro.
Julián. Pedro.
Julián. Pedro.
que eres un zopenco.
¡Padre! Justo. Cuando yo tolero que haya engañifas, es claro que aquí en el magín preparo un plan.
Diga usted . . .
No quiero.
En!
Vas á meter la pata. Pero . . .
Y á tomarlo á aprobio . . . No entiendo
Como eres novio,
no ves.
Hable usted en plata. Pronto saldría de apuros si hablara de esa manera. Digo, si aquí me pusiera á echar pesetas y duros; digo, si irías después soldado.
El afán me mata. Bien: te hablaré, si no en plata, al estilo aragonés. Sin rodeos, sin afeite; nada, clarito.
Eso quiero. Julián, hombre sin dinero es un candil sin aceite. Oros son triunfos, es ley; para el pobre nunca escampa ; el rico busca la trampa y el rico no sirve al rey. Tú eres bueno, mas sin bienes; todos no somos iguales; tú no tienes lo que vales, pero vales lo que tienes. Y como esto es tu persona, véle ahí que no vales nada; que á la gente no le agrada la persona que no abona. Quiero decir, que es razón que te palpes y te mires, y, en fin, chico, que no tires coces contra el aguijón. Que eches el orgullo á un lado;
- 17 —
Julián. Pedro.
Julián, Püdro.
Julián Pedko, Julias Pedro.
JüUaN
Per o. Juli .n
Pedro.
Julián.
Pedro. Julián .
Pedro. Julián.
Pedro.
Julián. Pedro.
que dejes de hacer extremos; tu madre y yo no queremos que vayas á ser soldado. ¿Cómo evitarlo?
Hay un hombre que me ha ofrecido dinero para librarte, y yo quiero que tú lo aceptes.
Su nombre? Lo diré sin más empacho; el padre de Gil .
Jamás.
Pero . • •
Nunca.
Loco estás.
De Gil!...
Qué importa, muchacho? Del hombre que se ha propuesto deshonrar á la mujer que amo yo?. . . no puede ser. ¿Deshonrarla? Por supuesto! Di más bien que le ha picado el bicho que á tí te hiera.
Y si ella á raí me prefiere ¿por qué es tan tenaz y osado que no la deja vivir,
y entre amenazas y quejas
§asa la vida en sus rejas ando que hablar y mentir? Cá! machaca en hierro frió. Ya sé yo que en vano lidia; pero le roe la envidia. . . i Tu-tu-tu-tú. . .
No me fio
de Gil.
Deja á Gil que ladre, que en este asunto es un cero; quien me ha ofrecido dinero no há sido Gil, es su padre.
Y claro que lo ha de dar por cuenta de tu trabajo sin meterse en el noviajo. Pero tener que aceptar un favor. . .
Otra te pego; el amor te ha vuelto topo. Prefieres cojer el chopo?
Julián. Sí.
Pedro. Julián!...
Julián. No hay más.
Pedro. Keniego!
Julián. Odio á Gil.
Pedro. Voto á mi padre»
que eres todo un zascandil.
¿No ves que tu odio hacia Gil
es la muerte de tu madre?
Qué! ¿nada vale la vieja
que habita bajo esas cañas?
Te ha llevado en sus entrañas.
¿Nada vale? ¿Así se deja
sumida en dolor profundo,
sin duda porque la ves
sin fuerzas?.. . Julián. Padre. . . .
Pedro. Porque es
un soplo? ¡Si este es el mundo!
Engríete, ya que puedes.
¿Qué fuera del roble erguido
sin ese soplo perdido
entre esas cuatro paredes! Julián. Padre, me está usted matando. Pedro. Tú á mí con tanto egoísmo.
Ingratos!. . . ¡Siempre lo mismo!. . Julián. Pues bien, á todo me ablando.
Venga pronto ese señor,
y acepte usted su dinero. Pedro. De veras? (Con alegría.) Julián. Pero... Pedro. ' No hay pero;
que nos hace un gran favor. Julián. ¡Favor! si está en su interés
que yo me vaya al servicio ,
cómo quiere?. . . Pedro. No hagas juicio:
ya lo veremos después. Julián. Siento deber á un contrario. . . Pedro. Descuida, que no desbarra.
(Si acaso don Rufo marra,
aún queda el arrendatario.)
Alguno se acerca. Julián. (Mirando.) Sí,
es Perico No-matar. Perico. (Dentro.) Tio Pedro, se pue pasn'-';
10 ¿*
KSCENA V.
Dichos, Perico, frotándose las manos, riéndose y enco(¡ de hombros; detalles que caracterizan, á este personaje. Además hablará muy alio.
Pedro. í Yéndose á Perico eu ademan col neo.)
¿Qué vienes á hacer aquí? Perico. Jé, jé, jé! — Vengo. ..está claro,
porque usted lo ha prohibido;
la privación, tío Pedro,
es causa del apetito.
Apenas me vido usted,
cuando hace un mes nos g'orvimos
de la ciudad este y yo,
convertios en dos quintos. . . . (Alzando la voz.) Julián. Silencio!
Pedro. - Si no te callas! . . . Perico. Demonche, siempre me olvido. . . Pedro. Por eso, entonces, te dije,
y por eso te repito,
que ni á cien leguas asomes
la cara por. estos sitios.
Que no quiero que se entere
mi mujer de lo del chiquio,
y tú no s,abes callarte. Perico. Cá, no señor; soy lo mismo
que un difunto;'más callado
que la rueda de un molino.
Pero ya se vé! usted dice
que no venga aquí, y es lícito
que yo me queme y requeme
por asomar el hocico.
Por otra parte, me irrita
que me tengan por un mirlo;
no señor, yo no soy eso.
Ahora voy yo, correndico,
á decir á la tia Claudia
que ya es sordado su hijo,
y que pronto va á largarse
con el chopo . . . Pedro. (Dándole un puntapié.) Toma, indino. Perico. Ay, ay, ay! Pedro. Lárgate pronto.
Perico Pero . . ? .
— 20 -
Pedro. O hago un estropicio.
Julián. Echa á andar, Pedro. Sí, que se vaya.
Julián. Ven y cavarás conmigo. Perico. Yo trabajar? un demonio.
A donde voy ahora mismo
es á casa del alcalde. Julián. A qué?
Perico. Toma! que ha venido
un soldado y quiero verle. No sé por qué me encandilo siempre que veo un soldado. Como voy á ser amigo de toos. Julián, no seas tonto, anda y verás que dos chirlos tiene aquí, salva la parte, y que bigotes de erizo, y que mochila tan guapa, y qué chacó tan polido, Anda y vete acostumbrando, que al fin y á la postre, chico, tú también. . . — No digo nada. (Demonche, siempre me olvido
Julián. Eres, Perico, muy bruto.
Pedro. Eres muy bruto, Perico.
Perico. (No han tomado mala tema; todos me dicen lo mismo.)
Pedro. (A Julián.)
(Vete con él; y de lo otro descuida, que yo. . .)
Perico. (Mirando á la derecha.) Este tio sí que me carga y revienta. Ya se vé! como es tan rico, hace medida su boca, y hace ley de su capricho.
Pedro. De quién hablas?
Perico. De don Rufo.
También es soldado su hijo. —Mucho ojo, Julián, mucho ojo que el mozo está derritido por tu novia, y si se empeña. . .
Julián. Qué?
Pedro. Le romperé el bautismo.
Perico. Hay quien dice que el tal Gil ha jurado ser marido de R-osica, antes de poco; y como Gil esun niño
- 21 —
mal educao, y su padre
es tan rabieta y. . . Pedro. Perico! . .
Perico. Bien, hombre, no he dicho nada.
(Uy! parece un basilisco!) Pedro. (4 Julián.)
Déjame á solas con él. Julián. Padre! . . Pedro. Vete. Perico. Conque... Pedro. Chito. Perico. (Mire usted que es mucho empeño
que no he de soltar el pico,
cuando soy lo mas prudente , que hay en todo este circuito.)
ESCENA VI.
Pedro, Don Rufo.
{Dirigiéndose á don Rufo con cariño.) Don Rufo!
Pocos cumplidos.
Pero . . .
Al grano.
(Hombre más brusco! Está usted solo?
Con Dios, que está en todas partes.
Justo.
Tío Pedro, vamos á hablar sin ambajes ni repulgos. Fuerza es que usted se conozca y que baje usted los humos de ese bigardo.
De mi hijo? Mi casa se vé en disturbios continuamente, y por él, Gil no descansa un minuto. La culpa toda la tiene ese pedazo de estuco. ¿Qué más pudiera soñar que ser mi nuera!. . Pedro. Calculo... Rufo. No hay que calcular: lo dicho. Pedro. Pero.. .
Rufo. No hay pero ninguno.
Hace poco á Zaragoza
Pedro.
Rufo.
Pedro.
Rufo.
Pedro.
Rufo.
Pedro.
Rufo.
Pedro. Rufo.
- 22 -
hicimos un viaje juntos
con motivo de las quintas. Perro, Por cierto que estaba nublo;
por eso sacó, sin duda,
Julián el número uno. Rufo. Gil sacó el dos. Pedro. Toma, toma!
si yo tuviese el bandullo
como usted!. , Rufo. No hablemos Nde eso;
cada cual tiene lo suyo. Pedro. Es verdad. Rufo. Y usted no tiene
más renta ni más escudos
que su hijo. Pedro. Cierto. Rufo. Y su hijo
no tiene nada en el mundo. Pedro. Su honradez. Rufo. (Con desprecio. ) Usted qué sabe? Pedro. Cómo! qué?
Rufo. Si habla usted mucho,
me voy. — Julián hoy es quinto,
y mañana.'. . Pfdro. {Conmovido.) Me figuro;
mañana será soldado. Rufo. Y al otro, quizás difunto;
que el militar anda siempre
con un p e sobre el sepulcro. Pedro. Hombre! Rufo. Es la fijo.
Pedro. Carape!
Habla usted de un modo! Rufo.' Juzgo
que no hay que andar con rodeos. Pedro. Pero eso de ver difunto
al chiquio. . . Rufo. En usted consiste.
Pedro. En mí? Carape! don Rufo,
usté se burla. Rufo. Hablo sério.
Yo tengo trescientos duros
para librar al muchacho. Pedro. Oh! para librarle? (Con júbilo ) Rufo. Punto
en boca. Pedro. Pero...
— 23 —
Rufo.
Pedro.
Rufo.
Pedro.
Rufo.
Pedro.
Rufo.
Pedro. Rufo.
Pedro. Rufo.
Pedro.
Con una
condición.
Con una?
Justo.
Con doscientas mil que sean; pues sí, que es flojo el apuro para andar con requilorios! Pida usted, pida á su gusto. Si quiere usted que arreglemos las vmas, mi brazo rudo, que nunca rindió el trabajo, es de usted de Julio á. Julio. Si quiere usted que prepare las tierras, yo le aseguro que siempre ha de verme usted sudando sobre los surcos. Si es la huerta, será envidia por sus flores y sus frutos; si es la casa, nada digo, si el olivar, nada arguyo; y si es mi sangre, hable usted, que voy á rasgar al punto en mil pedazos mis venas; no crea usted que me asusto: con tal de librar á mi hijo nada me asusta en el mundo. No quiero yo nada de eso Entonces. . . ya estoy confuso. Que el chico vaya á encargarse de la hacienda que está junto al Ebro... á catorce leguas. ¡No ha de ir! Con mucho gusto. Y que no vuelva á acordarse de esa mujer.
¿Eh?
No sufro tranquillas; ó cede el campo ó no le doy sustituto; y chiton: de esto, ni á Gil ni á nadie ha de darle el humo. {Después de una pausa.) Es decir, que usted pretende, — después de tantos tapujos, — que yo venda el corazón de Julián... ¡Voto á San Bruno, que para comprar tal joya hay poca plata en el mundo!
— 24 —
No hay corazón que se venda cuando un corazón es puro, y si yo no vendo el mió
mal puedo vender el suyo. Rufo. Entonces será soldado. Pedro. Entonces, no será un tuno. Rufo. Y ausente de aquí, veremos
quién de los dos goza el triunfo. Pedro. Toma! mi chiquio. Rufo. Su chiguiol
Pedro. Rosa es más firme que un muro. Rufo. ¡Firme!... ¡sí! Pedro. Y usted lo sabe.
Rufo. ¿Yo?
Pedro. Vaya, no soy tan zurdo. La venta que usted propone es un dato y muy seguro.
Rufo. ¡Miserable!
Pedro. ¿Qué se entiende?
Rufo. ¿Se burla usted?
PtDRO. No me burlo.
Digo que su hijo de usted
no ha de ablandar esos duros
barrotes, ni con lamentos
ni con dinero. Rufo. Ya sudo
de cólera; ¿cuándo y cómo
se ha figurado ese estúpido . . . Pedro. Vuelta otra vez. {colérico.) Rufo. Ese necio?. . .
Pedro. No diga usted otro insulto
á mi hjio, ó le rompo un hueso. . . Rufo. ¿A mí?...
Pedro. Contra esos pedr úseos.
Rufo. ¡Por Cristo!
Pedro. No hay más que lo hago
como lo digo. Rufo. ¿Estos brutos! . . .
Pedro. Son tan honrados de pecho
como fornidos de puños. . .
y hacen así,
(Se dirige á D. Rufo en ademan de pegarle.) Rufo. (Retrocediendo.) Mas. . . Pedro. Defiéndase,
porque si no le estrangulo.
(Echa las manos al cuello de D. R%fo. En, este mis- mo momento aparece la vieja Claudia.)
- 25 —
ESCENA VIL
Dichos, Claudia.
Claudia. ¡Ave María Purísima!
Pedro. Mi mujer, ¡voto á mi abuelo!
Rufo. (Respuesto del susto y dando suelta á la ira.)
Que Dios me falte, canalla!
si no te acuerdas. Pedro. (A D. Rufo.) (Silencio,
que está ignorante su madre,
y yo. . . yo estoy que reviento.) Claudia. ¿Qué ocurre? Pedro. Nada. Rufo. Sí! nada!
Pedro. (A Claudia, pugnando por entrarla en la casa.)
Yate diré.
Rufo. (Amenazando á Pedro.) ¡Te prometo!
Claudia. (Sorprendiendo la acción de D. Rufo. ) ¿Vá usted á pegarle?
Pedro. ¿Quién?
¿A mí?. . . Claudia, vete adentro.
Claudia. Yo quiero saberlo todo.
Pedro. Todo es cuestión de un majuelo.
Rufo. Miente.
Claudia. ¿Tú?
(Cogiendo de un brazo á su mujer y volviéndose rá- pido á D. Rufo. Con energía.)
Pedro. (Voy á estamparle
de un puñetazo los sesos.) ,
Claudia. ¡Dios mió!
Pedro. No, si no es nada.
Claudia. (Temblando voy por mi Pedro.) Pedro. (Mal se lia portado conmigo
la Patronal Por el cielo,
que si no ataja mis iras
va á ser el dia sangriento.)
ESCENA VIIí. D. Rufo.
¡Mal me conoce el menguado! Yo le juro que el veneno
V
- 26 -
que lia derramado en mi alma ha de surtir sus efectos. Tú fias todo á tus puños yo fio todo al dinero; sin él, muere tu esperanza, con él, cumplo mis deseos. Tú no tendrás á tu hijo; en cambio yo. . . ¡Nos veremos! Oh, con lágrimas de sangre pagarás tu orgullo necio.
ESCENA IX.
D. Rufo, Gil por la izquierda, en traje del "país, pero lujoso,
Gil. {Contemplando las rejas de la casa de Rosa. Con des- pecho.
No hay cuidado que se asome
ála reja, ni un momento,
como á la reja ño llegue
ese Julián del infierno. Rufo. Mi hijo aquí! Gil. Siempre mi padre,
como sombra de mi cuerpo.
Tendremos canción. Rufo. Me agrada
verte.
Gil. Padre, no empecemos:
que cuanto usted me predique es predicar en desierto. Cien veces le he dicho á usted y le repito otras ciento , que ni abandono la aldea ni estudio, ni hahlo, ni pienso en otra cosa, que en esa mujer.
Rufo. ¡No te enfades; bueno!
Gil. Esa mujer desdeñosa
ha de ser mia, á despecho
de Julián y de sil padre,
de usted y del mundo entero.
No espere usted que desista
ni un punto; que es mi deseo
tan rebelde á toda traba
y tan tenaz, como el fuego
que á veces prende á las eras
- 27 -
pór un extraño siniestro,
que crece con más empuje
cuanto más arrecia el viento.
Afí, padre, no me siga,
y cese usted. Rufo. ¿Que si ceso?
¡Ya lo creo! Es más: te obligo;
es más; te ayudo en tu empeño. Gil. ¡Cómo!
Rufo. Si hasta aquí quería
disuadirte, hoy no; hoy prefiero
á esa-mujer, la más pobre,
á la más rica del pueblo. Gil. ¿Ese cambio?. . . Rufo. ¡Ha de acordarse
de mi nombre el tío Pedro! Gil. Es que ha caído usted ya
en la cuenta? Va usted viendo
que esa gente está insufrible? Rufo. Deja que sigan tan huecos. Gil. ¡Y ella en tanto continúa
sorda á m: voz y á mi ruego! Rufo. Dádivas quebrantan peñas,
deja que cambien los vientos. Gil. Todo es en balde. Rufo. ¡Pobrete! Gil. No hay quién trueque en fuego el hielo,
y esa mujer es más firme. Rufo. ¡Firme! ¿Qué sabes tú de eso?
ccA una torre la comparas,
»sin duda, por su firmeza,
»sin ver que las torres tienen
¿casi siempre una veleta. >*
¿Recuerdas tú ese cantar? Gil. Yo solo mi mal recuerdo. Rufo. Pues no le des ai olvido
y aplica á tu Rosa el cuento.
(Se oyen, Doces confusas.)
Pero que estrépito es ese? Gil. Voy á ver. . .
(Detiénese al ver á Perico que viene saltando.)
ESCENA X,
Dichos, Perico, á poco Pedro. Peri co . ¡ Anda salero !
— 28 —
Menudo cisco se ha armado
en el lugar. Eh, tio Pedro!
Pronto, asome usted la gaita;
que se ha venio un ejército
de seis soldados y un cabo
y un corneta y un sargento,
que van de paso. Pedro. {Saliendo azorado.) ¿Qué dices? Perico. Que dentro de unos momentos
yo y Julianico y el Porro,
y el hijo del tio Cencerro,
y el nieto de la Piporra, ' y el sobrino del Cangrejo
vamos á tomar el jope
para meter nuestros cuerpos
en otros cuerpos sin alma
que se llaman regimientos. Gil. ¿Oye usted? {Con alegría.) Rufo. Ven; no nos vean.
(Se retiran al fondo, de suerte que puedan escuchar
sin ser vistos de Perico y el tio Pedro.) , Pedro. Perico, mira si es cierto
lo que dices. Perico. Toma, toma!
pues menudo jimoteo
se ha armado entre las mujeres
No bien ha tomado vuelo
la noticia, se ha llenado
de gente el Ayuntamiento.
Echada atrás ía montera,
alta la vara y más tieso
que un ajo, nos ha leído
el alcalde un dicumento
en el que manda, quien puede,
que sin perdida de tiempo
vayamos á Zaragoza;
y todos nos vamos, menos
el hijo del tal don Rufo,
de ese tio tan. . . Rufo. (Ah, perro!)
Gil. (Voy á cruzarle la cara.) Rufo. (Conviene más que escuchemos.) Pi<dro. ¿Es posible? Perico. La noticia
ha sido un rayo en el pueblo.
Desiertas están las parvas
y desiertos los majuelos;
- 29 -
dá grima mirar las eras, los atochales dan miedo, y están cabañas y chozas que parecen cementerios. ¡Pues y las madres!. . . Carape, ya me olvidaba.
(Mirando á la casa del tio Pedro.)
Pedro. Está lejos;
y á más, qué importa que grites, si el mal no tiene remedio! ¡Pobre madre!
Rufo. (No hay mujer
que resista tanto tiempo de ausencia! Ocho años!)
Gil. (¡No es poco!)
Rufo. (Desde hoy seguirás un nuevo plan de campaña.)
Gil. ~ (Sepamos.)
Rufo. (Ven conmigo y hablaremos.)
i Vánse. Pedro habrá inclinado la cabeza, apoyada en el brazo, sobre la pared de su casa. Perico se ha- brá puesto de puntillas para mirar hacia el fondo.)
ESCENA XI.
Pedro, Perico.
No hay casa chica ni grande, ni hay moza, vieja ni viejo, que no anden á vueltas ahora con los morrales; al menos ' llevarán los chicos algo que. . . ¡pues! Yo c mo no tengo padre, ni madre, ni nada, ¡como no me chupe el dedo! En fin, Dios dirá. Quién piensa en comer. . . Alza, salero! No voy á andar mucho mundo que digamos!. . . Yo me alegro, porque al fin. . . Alza, pilili. ¿Quién dijo penas? — ¿Qué es eso? Tio Pedro, ¿está usted llorando? ¿Yo llorar. . . ¡Voto al infierno! ¿Yo llorar...?
Si no me extraña; he visto rodar al suelo
Perico.
Pedro. Perigo.
- 30 —
Pedro.
Perico. Pedro. Perico.
Pedro,
Perico. Pedro.
Perico.
Pedro. Perico. Pedro.
Perico.
Pedro. Perico.
Pedro. Perico. Pedro. Perico.
lagrimones como nueces.
El caso no es para menos,
al fin y al cabo nos vamos
la flor y nata del pueblo,
nos vamos los buenos mozos
y esto se queda hecho un yermo,
los ricos empobrecidr s
los pobres sin alimento,
las novias sin esperanza
y las madres sin consuelo.
Esto es más claro que el agua;
pero en fin, ¿qué hacer?
No quiero, no quiero, vamos, Perico. ¿Qué no quiere usted?
¡Creerlo!
¡Bah!
Si llego á convencerme que hoy mismo, esta tarde, dentro de algunos minutos, vo}r á perder el chiquio, pienso que he de arrancarme los ojos. Vá usted á cegar, tio Pedro? Si sus miradas me faltan, qué más ciego! qué más ciego! Pues tio Pedro, á mí me duele que le duela, pero el hecho es que Julianico.
Acaba.
Coje el chopo.
Lo veremos. {suena un loque de corneta.) Una corneta!
Eh! qué tal? si esto huele á campamento. Eso es llamada. . . que llama á los soldados dispersos. Con ellos vamos á dirnos. Tan pronto?
Así lo ha dispuesto el alcalde. . . que es más listo! que la pata de un camello. Aún me queda una esperanza. Cuál!
-Mi arrendatario es bueno. Mi amo también, y con todo voy á añudar el pañuelo
~~ 31
y á ceñir las alpargatas para andar mejor; pues creo que el amo no vá á prestarme la bondad de su dinero.
{Hace lo que indica , de modo que ocupado en esta
faena, no vea irse á Pedro.) Pedro. Oh, malo será que el hombre
no me ayude en tal extremo.
y. . . (suena la corneta.) Perico, {remedando el toque.) Tarararí. PeDRO. Maldita!
me está desgarrando el pecho.
ESCENA XII.
Perico, á poco Rosa y Claudia.
Perico. Ajajá, ya estoy más listo! . . Si yo por nada me arredro. Vamos andando, tío Pedro.
{Sorpresa.— Rosa y Claudia, salen al mismo tiempo.) Claudia. Oye. Rosa. Atiende .
Perico. Santo Cristo!
y el otro tomó soleta, Claudia. Qué corneta es esa? Rosa. üí. Perico. Claro-está! Pues vele ahí!
Esa... es toda una corneta. Rosa y Claudia. Pero. . . Perico. No saben ustedes
lo que pasa? Toma., toma! Pues sí, que el 'caso es de broma! Ya se vé! entre esas paredes. . . claro! qué ha de suceder? Tia Claudia, yo, si lo siento, es por. . . (Soy todo un jumento, por poco lo echo á perder.) Claudia. Por qué?
Rosa. Dí pronto.
Claudia, Me abrasa.
Perico. Jé... jé... jé... {rascándose la cabeza.) Rosa. Nos desesperas.
Claudia. Huv que hombre! Perico, tá Rosa.) Pero es de veras'
No sabes tú lo quepasa?
- 32 -
Rosa. Nada sé.
Claudia. A oscuras estamos
Perico. Ni usted tampoco? Claudia. Ni pizca
Perico. Vá usted á quedarse bizca ' Claudia. Yo?
Pkrico. Qué alboroto!
Rosa. , Sepamos.
Perico. ¡Si es atroz!
Claudia. Ya no hay aguante.
Rosa. Dílo, y sea lo que sea.
Perico. ¡Jesús, cómo está la aldea!
hecha un campo de Algramante.
¡Qué de clamar á los cielos!
¡qué andar á vueltas con todo!
¡qué hablar! qué correr! que modo
de tirarse de los pelos! Rosa. Pero bien, y?. . . Perico. ¡Pobre moza!
Claudia. Qué es ello, por Dios, sepamos? Perico. Casi nada; que hoy nos vamos
los quintos á Zaragoza. Rosa. ¡Dios mió! y Julián también? Claudia. ¿Julián? (Pausa breve.) Perico. (¡Atiza!) Claudia. ¡Dios santo!
¿Julián?
Rosa. Tia Claudia. . .
Claudia. ¡Ese llanto!
¿Es verdad?. . . Perico. (Se armó el belén!)
Claudia. ¿Mi hijo soldado? Perico. ¡Aprensión! Claudia. ¡Soldado, sí! Rosa. ¡Suerte impía!
Claudia. ¡Hijo mió!
(En esto momento sale Julián, que al ver á su madre
se precipita en sus brazos.)
ESCENA XIIÍ.
dichos, Julián.
Julián. ¡Madre mia!
Claudia. ¡Hijo de mi corazón! (Se desmaya.) Julián. ¡Rosa! se pone mortal
— 33 -
mi madre . . . Rosa. ¡Cómo! Julián. Un valiido.
(La sientan en un banco, Rosa la sostiene. Julián
dice á Perico.)
¿Quién fué el traidor? Perico. (Azorado.) Esa ha sido;
esa.
Julián. ¿Tú? Rosa. Yo, que al fatal
anuncio de tu partida solo he pensado en mi suerte. Julián. ¡Por qué no viene la muerte si mi vida no es mi vida; si hay quien juegue á su placer con ella; si hay quien taladre el corazón de esta madre y el alma de esa mujer! Perico. Julianico, yo lo siento;
pero ya tardamos y . . . Julián. ¿Dejar á mi madre así? Perico. Mayor será su tormento
si vuelve á verte. Julián. Imposible. Peiuco. Ve que el alcalde es un tio
de malas pulgas. Julián. ¡Dios mió!
¿Qué hacer? ¡Situación horrible! Rosa. Ya alienta. Julián. Rosa, valor:
fuerza es que ya no me vea mi madre. Rosa. ¡Cómo! Julián. La aldea
voy á dejar. Del dolor hasta pudiera morir! que no hay madre que resista por mucho tiempo la vista del hijo que va á partir, para no volver quizás. Rosa. ¡Julián!
Julián. ¡Escuche tu acento!
Repite tu juramento
de no olvidarme jamás. Rosa. ¡Lo juro! Julián. Testigos Dios.
y esa cruz.
o
- 34 -
Rosa- Oye... Julián. Mi padre
me esta esperando.
(Se arrodilla delante de Claudia, que aun no habrá vuelto completamente del desmayo, y la besa una mano.)
¡Adiós, madre! Perico. (Llorando.) ¡Si yo la tuviera! Julián. (A Rosa, que sostiene á Claudia con una mano, mien- tras que con la otra se oculta el rostro para llorar.)
¡Adiós!
( Vánse Julián y Perico.)
ESCENA XIV.
Rosa, Claudia.
Claudia. No tuvisteis compasión!
Todos me habéis engañado, y todos habéis jugado con mi pobre corazón. ¡Julián!. . . ¡Hijo mió!
(Abriendo los ojos y alzándose rápidamente.) ¡Qué!
¿No está?. .. Dios santo , responde. ¿En dónde se encuentra, en dónde? Rosa. ¡Madre!
Claudia. {Desprendiéndose de Rosa.)
¡Yo le encontraré! (En el mismo instante aparece Pedro. Claudia y Rosa se echan en sus brazos. Empieza á anochecer.)
ESCENA XV.
dichas, Pedro.
Claudia. ¡Pedro!
Pedro. ¡Fué vano mi afán!
¡Claudia!. . . Claudia. ¡Mi hijo!
Pedro. ¡Llora, llora!
(Mañana al salir la aurora
sus ojos no le verán!
Tras ese monte sombrío,
con esa sombra que avanza
va á perderse mi esperanza,
mi único bien.) Claudia. ¡Hijo mió!
Pedro. ¡Quién dará á estos pobres viejos
su apoyo! Rosa. ¡Padre! Claudia. Corramos,
aun puede que le veamos;
sí, sí, no debe estar lejos.
( Van á partir y se oyen guitarras y la popular can- ción.)
«Ya se van los quintos, madre, »por la puerta de Alcalá. »ya se van los quintos, madre, »¡sa&e Dios si volverán!»
Claudia, Rosa y Pedro. (Deteniéndose.) ¡Oh!
(Al mismo tiempo Gil, que habrá aparecido e-i esce- na y se habrá colocado junto á las rejas de la casa de Rosa, preludia en la guitarra el acompañamiento de una serenata. D. Rufo viene detrás.)
Rosa. ¡Gil!
Pedro. ¡Y lo he de sufrir!
cuando de insultarme trata.
(Coge un azadón que habrá dentro del portal de su casa. )
Claudia. Pedro! (Deteniéndole.) Pedro. O le mato, ó me mata.
Ya, qué me importa morir. Claudia. ¡Ingrato! Pedro. (Dejando caer el azadón.)
¡Es verdad! Gil. (No espero
vencer su amor, que es profundo.) Rufo. (Todo se logra en el mundo
con astucia y con dinero.) Claudia. ¡Dios mió! un rayo de luz;
luz que ilumine la aldea.
¡Quién sabe! quizás le vea
subida al pie de esta cruz .
(Claudia sube á la cruz. En este momento un rayo de luna llena de claridad la escena.) Todos. ¡Oh!
Claudj a . Por allí. (Rápido. )
(Señalando al fondo. Rosa sube á la cruz. Pedro se
empina sobre el primer escalón, en medio de las dos mujeres.
Rosa. ¡Es singular!
(Al mismo tiempo se oye más lejana la canción:)
» Ya se van los quintos madre, »sabe Dios si volverán.
Claudia. (Cayendo de rodillas al mismo tiempo que Rosa.)
¡Protégele tú, Dios santo! Pedro (En pie, con voz temblorosa y alzando los brazos al
cielo.)
¡Cobíjale tú en tu manto, Virgencica del Pilar! (Todo rápido.) (Cuadro. Cae el telón.)
FIN DEL ACTO PRIMERO.
ACTO SEGUNDO.
La misma decoración que en el anterior. En la casa de 'Pedro, por la parte que da frente al espectador, se notan las huellas de un incen- dio. En la de Rosa, están cerradas las ventanas y la puerta.
ESCENA PRIMERA.
El Porro y dos aldeanos, tendidos en el suelo.
Ald. 1.° Estáis dormidos?
Porro. Quién puede
dormir con esta solana?
Vaya al demonio la siesta.
(Los tres se incorporan y permanecen sentados for- mando semicírculo.) Ald. 1.° Parecen las piedras áscuas. Ald. 2.° Pues digo, que las avispas
llevan al pico unas lanzas! Porro. Agujas dirás; conmigo
la ha tomado una bandada,
y me ha puesto la nariz
lo mismo que una patata. Ald. l.° Sabéis que si viene el amo. . . Porro. Tú, tú, tú, tú!. . pues bueno anda
el amo para cudiarse
de las trillas y las parvas.
Dende que hizo su deseo
y se casó con el ama,
tan pensativo anda el hombre
que parece un autómata.
Dicen que si anda celoso
de Julián. Cristo me valga!
tenerle celos á un muerto.
Ald. 1.° Imposible.
Ald. 2.° Vaya, vaya!..
Porro. La verdad es'que don Gil se da de calabazadas con una idea y la hacienda le importa una pipitaña. Tres cosechas van perdidas y andan en pleito las casas de don Rufo.
Ald. 1.° Qué don Rufo!
Dirás de don Gil.
Poimo. De entrambas
presonas.
Ald. 1 ,° Don Rufo, al cabo,
no pinta en el mundo na(Ja.
Porro. Dende que el hombre está ciego (Con misterio.)
Hay quien dice en la comarca que el rayo ha sido un castigo.
Alp. 1.° La Povidencia es muy sabia.
Porko. Cuántas cosas han pasado en pocos años! . .
Aldeanos. Caramba!
Poíiro. Toitico ha cambiado, todo . Ocho años hace, esta casa que ahora nos presta su sombn era un nidico, una jaula de amor... Pobre JulianiLlo, pobre Pedro y pobre Claudia! Ya de los tres solo uno queda en el mundo.
Ald. 2.° Qué lástima
Ald. 1.° La culpa toda, es sabido, las tales quintas.
Porro. Mal haya
quien rompe lazos que tienen unidas á tantas almas.
Ald. 1.° Y qué decís de Rosica?
Porro. Callad; la tengo una rabia! . . Haberse casado al cabo con Gil!..
Ald. l.° La pobre muchacha
estaba sola en el mundo.
Pokro. Qué sola ni qué azofaifa.
Di tú que son 1 as mujeres
toiticas como las aspas
de un molino que se mueven
— 59 m¿
al viento que sopla, "Vayan todas con mil de á caballo, que á mí nenguna me engaña.
Ald. 1.° Quien habla de las mujeres de un modo que desquijara á cualesquiera, es Perico No-matar.
Ald. 2. °_y Porro. Já, ja.
Ald. !.° Ya es maula
el tal Perico! . . .
Porro. Es lo cierto
que el servicio de las armas le ha güerto de arriba á abajo.
Ald. !.* Claro está: ha corrió tantas y tantas tierras.
Ald. 2.° Y á más
ha estado en tantas campañas!
Porro. Cuidiado que cuenta cosas!. . . Eh?
Ald. 1 ,° Ya, ya.
Porro. -Yo siempre que habla
estoy con la boca abierta. Ald. í.° Y yo también Ald. 2.° Y yo.
Pohro. Lástima
que sea un holgazanote
tan grande! Ald. 2 0 Sí. Ald l.° Pero calla,
no me engaño; aquí se acerca.
(Todos se levantan.) Porro. Perico! (Llamando.) Ald. 1." Ven. Perico. (Con flojedad.) Quién me llama?
ESCENA II.
Dichos, Perico en mangas de camisa , con pantalón azul, chaqueta amarilla y gorra de cuartel, muy estropeado.)
Porro. Ven: sernos nosotros. Perico. Hola!
bien á la sombra trilláis.
Holgazanes! siempre estáis
tendidos á la bartola.
('rumbándose en el banco.)
— 40 -
"Pop.ro. , Sí; que tú! . . .
Perico. Calle el zamarro;
yo he mordido ya el cartucho
y he corrido mucho, mucho. . . (Transición.)
A ver quien me da un cigarro. Porro. Ten. Ald. 1.° Del mió.
(Perico toma una cajetilla y se la mete en el bolsil'o
después de haberse servido tabaco para un cigarro.) Perico. Si os explico
mis empresas belicosas! Ald. 2.° (Lo guarda.) (Ap. al Porro.) Porro. (Jé, jé. Son cosas
del licenciado Perico!) Perico. Yo no he estado en el cuartel
nunca; siempre de batalla; -
y he sufrido más metralla!.. — A ver quién me da un papel. Ald. i.° (Yo tengo.) (Buscando en el bolsillo.) Porro. (Ap.) Da lo que pida
y no sueltes el lebrillo,
porque se lo echa al bolsillo,
como el tabaco.)
(El aldeano l.°da un papel á Perico, y se guarda el resto.) i
Perico. Qué vida!
todo lo hace la costumbre.
Porro. Y has matado mucha gente?
Perico. Lo menos trescientos veinte...
Ald. 2.° Zape!
Perico. x\. ver quien me dá lumbre.
Ald. 1.° Fumas? (Dándole un fósforo de cartón encendido.
Perico al o ir la indirecta, hace ademan de darle un
torniscón.) Porro. Y tú tienes por mote
% No-matarl
Perico. Voto á mi abuelo,
que era un bendito del cielo,
que el mote fue mal pegote.
Y bien que me ha hecho rabiar
de quinto! Porro. Qué te ocurría?
Perico. Que tcílo el mundo decia
'«ahí vá el quinto No -matar.» Alds. Jé, jé.
Perico. Luego entré en acción.
Porro. Y dejaste alguno frito,
eh?
Perico. Yo atravieso un mosquito
con la bala de un canon . . . Alds. Carape!
Porro. Ya voy yo viendo
que has tomado muchas alas. Perico. Yo me burlo de las balas;
se aprende mucho sirviendo;
no hay más remedio que abrir
los ojos. Ald. 1 ° Ya. Porro. Y de qué modo!
Perico. Yo sé de todo, de todo,
menos leer y escribir. Porro. Y de mujeres, Perico? Perico. Tú, tú, tú. Porro. Aquella patrona
que tuviste en Barcelona. Perico. Toribia? Ald. 1.° Valiente mico!
Porro. Y aquella moza de Estella
que pretendiste? Perico. Ahí verás;
si estoy otro dia más
me dice que sí. Porro. Y aquella
de Jerez que te quería
tanto? Perico. Cuál? Porro. La que aguardaba
en el balcón y te echaba
dinero y cuanto tenia. Perico. Ah! sí; me amaba de veras.
Un dia logré acercarme,
y no sabiendo qué echarme. . .
me echó por las escaleras.
Julián podría contar
lo que era yo, si viviese.
Pobre chico! Porro. También ese
sería! . .
Perico. Quieres callar?
Julián llevaba en su pecho un altar, y en él rendía adoración á la arpia que habitó bajo este techo. Él pobre rodó al abismo.
~ 42 -
Se sublevo! . . Porro. Voto á tal!
Perico. Como no era general ,
claro, se rompió el bautismo. Porro. Fué á las islas. . . Perico. Qué se yo!
Bien mala suerte le cupo!
Desde entonces nadie supo
de éL
Porro. Se supo que murió.
Precisamente era ese año
alcalde don Rufo el ciego. Ald. 1 .° Verdad.
Perico. Don Rufo! . . reniego! . .
Pero en fin; bien pagó el daño. No hay más que verle la cara para saber lo que sufre: cara de diablo, de azufre. Da miedo el hombre . Ald. 1.° Repara
cómo le trata su hijo. Perico. Son Satanás y Luzbel.
(Aparece D. Rufo guiándose con un palo. Su físon* mía ha cambiado por completo. Al salir tropieza.)
Rufo. Maldición!
Porro. {Asustado.) Es él, corramos.
Perico. Vamos á otra parte. Alds. Vamos.
ESCENA III.
D. Rufo.
Es él! . . es él! . . Quién es él? —Por todas partes lo mismo. —Habrá gente más cerril! — Siempre palabras de espanto y pasos que huyen de mí. Qué diablos tiene mi rostro que hace á las gentes huir? Si yo pudiera arrancarme la sombra tenaz que asi me oprime! . . Vana quimera. Será preciso vivir para llevar en los ojos y el alma luto sin i i o .
¿*, 45 ~
Quién vá?. . quién vá?
(Con creciente irritación. Gil sale taciturno. Al ver á su padre hace un gesto de disgusto.)
ESCENA IV.
D . Rufo , Gil.
Gil. Era milagro
que usted no estuviese aquí. Ruto. Dónde he de estar? Gil. En su casa,
en su cuarto. Rufo. Sin salir,
y á solas con mi conciencia? Olvidas ya que por tí he cometido una infamia? Que manché con un ardid mi autoridad?. . Gil. Quién se acuerda?.
Rufo. Que hoy llora un padre infeliz la falsa muerte de un hijo; muerte que hizo sucumbir á una madre. Gil. Y bien!
Rufo. Por qué?
Por qué te muestras hostil conmigo? Piensas acaso que puedo yo subsistir falto de la luz del cielo viendo tu conducta vil? El rayo que me ha robado la luz también hizo huir el valor de mi conciencia y hoy tengo miedo de mí. Gil. Vaya usted, pues, á su antojo del uno al otro conñn de la aldea; no haya miedo que yo. . . vaya por ahí, tropezando y blasfemando . . . ufo. Cómo no he de maldecir mi suerte!
Constantemente maldigo la mia. Ruto. Gil! Gil. Ocho años hace llegaba.
— 44 —
al pié de esta reja á oir desprecios. Usted recuerda lo que entonces dijo?
Rufo. Sí.
Gil. Con dinero y con astucia tu deseo has de cumplir.
Rufo. Y has cumplido tu deseo. Rosa es tuya.
Gil. Por Cain!
Más me dañan esas frases que el veneno más sutil. Rosa mia! Qué sarcasmo!
Rufo . No es tu mujer?
Gil. Más; es mi
esclava, siempre sumisa, oye mis órdenes sin alzar los ojos del suelo; pero sus recuerdos y su alma y sus oraciones, sus pensamientos, en fin, son del hombre venturoso que amó con amor febril.
Rufo. Tienes celos?
Gil. Ni yo mismo
sé lo que tengo.
Rufo. Infeliz!
Gil. Y sin embargo, este infierno que siento, lo paso á mis solas, en tanto que usted. . .
Rufo. Yo!
Gil. No, no es esto decir
que usted no cumpla su gusto. Rufo. Te atreves? .. . Gil. Lo que es por mí!
Rufo. Infame!
Gil. Tendré que irme.
Rufo. Oh!
Gil. Quién puede resistir . . .
Rufo. La culpa es mia, sí, mia. Cortara yo de raiz el tallo, y no fuera el fruto tan miserable y tan ruin.
Gil. Cortáralo usted, y entonces sería yo más feliz. ( Váse.)
_ 45 —
ESCENA V.
D. Rufo, á poco Pedro.
Rufo. Y es él quien me lanza al rostro mis faltas? Y he de sufrir que así se burle el menguado? ¡Si yo le viera. . . ¡Infeliz! Un rayo de luz tan solo!
(Como implorando al cielo. En este momento aparece
el tio Pedro apoyado en un garrote.) Pedro. Ocho años hace, que así
pedia un rayo de luz
una madre; iba á partir
su hijo. Rufo. Pedro. Pedro. Pobre Claudia!
Dios tuvo piedad de tí,
y le vimos, sí, le vimos
por la última vez! Por fin,
ya estáis los dos en el cielo,
y yo os habré de seguir
presto. Rufo. Pedro... Pedro. No me toque,
no se acerque usted á mí. Rufo. Por qué?
Pedro. Porque su contacto . . .
Rufo. Te mancha?
Pedro. Me hace sentir. . .
No es rencor. .. es repugnancia.
( Váse haciendo ademanes repulsivos.)
ESCENA tí.
D. Rufo.
Como si fuera un reptil? No cabe mayor tormento que tener que sucumbir á tanto insulto. La muerte primero que estar así. Mil veces he arrojado
- 40 —
este bastón para ir
derecho á un abismo. El mié ío
mezclado en mi frenesí
me hacia buscar la muerte
á ciegas. . . muerte feliz,
que nunca pude encontrar
para dejar de sufrir!
Hoy... quién?... quién puede evitarla?
Nadie!. . . El abismo está alli.
{Señalando al fondo.)
Conozco el sitio!. . . Marchemos.
Vivir así, no es vivir.
(Arroja el bastón y se dirige tambaleándose al abismo. Al llegar pinto á él, Julián, pálido y tembloroso, le detiene. D. Rufo hace un ademan de coraje. Todo se- gún el diálogo.)
ESCENA VIL
D. Rufo, Julián, en traje militar, con galones de sargento primero.
Julián. Buen hombre! buen hombre! aguarde. Rufo. Mal haya mi suerte impía! Julián. Temblando estoy todavía!
Si llego un poco más tarde
se mata. Rufo. Quién es usté?
Julián. Un sargento licenciado
que respira al ver que ha entrado
en su pueblo con buen pié.
Bien haya la Providencia! Rufo. Providencia! (Con sarcasmo.) Julián. Es poca suerte
robar un hombre á la muerte
después de ocho años de ausencia?
Cuando un soldado ha sufrido
por una traición odiosa
la suerte más espantosa
que puede sufrir nacido;
cuando ha juzgado perdida
su esperanza y de repente
vuelve á su patria y se siente
nacer de nuevo á la vida;
cuando se halla al bien cercano
y ve el paterno tugurio,
no ha de ser feliz augurio
salvar la vida á un anciano? Rufo. Usted. . . usted vuelve aquí?. . . Julián. A ser feliz. Rufo. (Oh, qué idea.)
Julián. Mis padres son de esta aldea,
mi vida está en ella. Rufo. (Oh!) Julián. Sí.
Aquí he nacido á la luz,
y al buscar eternos lazos
vi siempre abiertos los brazos
de mi madre y de esa cruz.
Doble lazada inmortal
que arraigó en el tierno niño
de Dios el santo cariño
y el santo amor maternal. Rufo. (No hay duda.) Julián. Y por ser mayor
y más cumplido el placer,
aquí nació la mujer
que alienta mi alma al amor. Rufo. (Rosa!)
Julián. Oh Dios! al ver mis ojos
tanto recuerdo bendito, cómo el soldado proscrito > no ha de ponerse de hinojos bendiciendo tu clemencia, que imploró con tanto afán? (Cae de rodillas.) Rufo. Es él:, , es él!. . . Es Julián!
Quién duda que hay Providencia: { Y ase precipitadamente y como huyendo de sí mismo.)
ESCENA VIH.
Julián.
No es sueño. . . Me encuentro aquí, y aún dudo. . . y mi alma batalla con el temor. — Paro calla!
Y el ciego?. . Yá por allí.
Y él ha podido anunciar mi inesperada venida. . . que hay placeres en la vida i que matan más que un pesar.
— 4S —
Ay, dos años hace, dos! que ignoran los pobres viejos mi suerte!. . Estuve tan lejos! —Pero qué veo?. . Gran Dios! No me atrevo ni á mirar, ni á creer lo que presumo. Irá á convertirse en humo el bien que voy á tocar? Quemada la casa á trechos; puesto un barrote á la puerta, sin luz . . sin ruido. . . desierta . . y desplomados los techos!. . Pronto. . . á ver. . . Quizás estén Kosa! Rosa! . . Dime dónde? Rosa... Nadie me responde. ( reparando en la puerta. ) Gran Dios! cerrada también ! Ni un momento de tortura, necesito averiguar, saber, oir, apurar la copa de la amargura. Un hombre se acerca.— Tú.
ESCENA IX.
i
Julián, el Porro.
Julián.
Porro.
Julián.
Porro!
Julián.
Porro.
Julián.
Porro.
Julián.
Porro.
.Julián.
Porro.
Julián.
Ven: pronto, habla de esa casa, qué es de mi padre? qué pasa? Y Rosa?
Por Belcebú que usted parece un batan y arma un enredo que yo. . . Tú no me conoces?
No.
Soy el soldado Julián. Carape!
Te has asustado? Cómo he de mirarle en calma? Soy Julián en cuerpo y alma. (Ay ... si habrá resucitado?) No oyes?
Que el diablo me balde, si no tengo miedo. Es cierto que usted es Julián el muerto? El muerto?
— 49 —
Porro. Pues al alcalde
con la noticia . . . Julián. Pero hombre. , .
Porro. Sujos son estos asuntos,
yo no hablo con los difuntos.
Abur. (Váse.) Julián. Harán que me asombre,
que loco y furioso este.
Muerto! Ojalá no mintiera
si ha de ser una quimera
la dicha con que soñé.
ESCENA X.
Julián, Perico.
Perico. Dicen que dice el alcalde que vá á decir algo bueno que hade llegarnos al alma. . . Pues ello dirá! Qué veo? Un militar? Eh, compadre, alargue usted esos dedos y salude á un camarada, soldado del regimiento de Zaragoza.
Julián. Qué escucho?
Perico. A la orden, mi primero.
Julián. Perico, no me conoces?
Perico. Caracoles! qué estoy viendo?
Julián. Soy Julián.
Perico. Julián?
Julián. Qué haces,
que no me abrazas?
Perico. Con tiento.
Julián. Vamos, ven.
Perico. Diantre! está usted
seguro de no estar muerto?
Jullan. No seas bodoque, (se adrazan.)
Pepico. Diablo! Es él.
Julián. Yo soy.
Perico. Pues te advierto,
que en la aldea todos creen que están sirviendo tus huesos de diversión á las hienas, á los chacales hambrientos
— 50 —
y á otros bichos inocentes.
Julián. Quién ha forjado ese cuento?
Perico. Quién? Don Rufo, que era alcalde hace dos años.
Julián. No acierto;
que intención . . .
Perico. Es muy sencillo;
como él os tiene hace tiempo tanta tirria, por vengarse no habrá perdonado medio, y ha forjado. . . El hombre un dia dio á conocer un impreso . . .
Julián, Vamosr todo lo adivino.
Perico. Tú estabas en el destierro, y como vuelven tan pocos de aquellos climas. . .
Julián. Es cierto.
Perico. Y como hacia dos años que no escribías.
Julián. Entiendo todo. Por ventura, nada ha conseguido, y el cielo más poderoso ... En fin, vamos á lo que importa. Di, hablemos de mis padres.
Perico. De tus padres.
(Diantre!)
Julián. Tengo hambre de verlos.
Perico, por qué esa casa, triste cuadro, donde veo retratada mi existencia, ha venido á tal extremo?
Perico. Pobre Julián! Y qué quieres? Mira : esos son los efectos de las quintas. Esa casa quedó á merced de un incendio por falta de un brazo fuerte que atajara el mal á tiempo. Tú estabas gastando el tuyo metido en pronunciamientos, que sirven para que Antonio ocupe el lugar de Diego. Y en tanto que tú pagabas el pato, yendo á lo perro tendido sobre la popa de un inmundo barquichuelo, para no volver quizás
- 51
á tu tierra; aquí, dos viejos
derramando lagrimones
tan grandes como pucheros,
veian deshecha en humo
la casa donde vivieron. Julián. Conque es decir que mis padres
se quedaron . . . Perico. Poco menos
que en camisa. Julián. Oh! . . Por fortuna
jo vivo aún, y á despecho
del infame de don Rufo,
de Gil y del mundo entero,
tendrán mis padres abrigo,
hacienda, casa, sustento;
que á tanto llega el trabajo
cuando es tan noble el deseo. Perico. (Y quién le dice á este mozo
que su madre, volaverumt) Julián. Pero entre tantas desgracias
seguro estoy que los viejos
habrán tenido un apoyo
en Rosa.
Perico. (Adiós mi dinero]
Aquí pereció Sansón con todos los felisteos.)
Julián. Habla de ella.
Perico. Conque de ella?
(Si le hablo del casamiento no llega la extrema-unción.)
Julián. Está buena?
Perico. Ya lo creo.
Julián. Hecha un ángel.
Perico. Si, (patudo.)
Julián. Y firme.
Perico. Bah! . . lo que es eso . . .
mas firme. . . (que una castaña
metida dentro del fuego.) Julián. Vamos á verla. Perico. (Demonio!
pues este si que es aprieto.) Julián. Y á mis padres, {Cogiéndole de un brazo. Perico. (No hay tu _tia.)
Calla! . . . aquí viene el tio Pedro. Julián. Cómo! Perico. Por allí.
Julias. Qué dices?
— 52 -
Mi padre?. . . Perico. El mismo.
Julián. ' Qué aspecto!
Perico. El pobre está alicaído.
Ya se ve! . . los contratiempos! . . . Julían. Voy á abrazarle. Perico. Repara
que va á matarle el contento. Julián. Cierto: habrá que prepararle. Perico. Yo me encargo. Julián. Tú? Perico. Para eso
me pinto solo. Julián. Qué dicha!
Perico. Ya llega: ocúltate presto.
Vamos....
Julián. Ya voy. (No me cabe
el corazón en el pecho.)
(Se oculta al fondo. Pedro sale muy fatigado y se sienta en el banco mirando la casa quemada.)
ESCENA XI.
Pedro, Perico, Julián.
Pedro. Hola, Perico, estás solo?
Perico. No señor, acompañado.
Pedro. (Levantándose con agitación.) De quién, de don Rufo?
Perico. Cá. . .
Pedro. Porque ya estaba tomando
el portante. Hace un momento vine á sentarme á este banco como tengo de costumbre, á ver. . . (Señalando la casa.)
Perico. Ya, ya.
Pedro. El pobre diablo
estaba aquí. . .
Perico. (No sé cómo
empezar á prepararlo.)
Pedro. Que no te hallas solo, dices? No veo á nadie.
Perico. Está claro,
no estoy solo, porque estoy . . .
Pedro. Con quién?
Perico. Con usted.
- 53 -
Pedro.
Perico.
Julián.
Pekico. Pedr.o. Perico.
Pedro.
Perico.
Perro.
Julián. Perro. Perico. Pedro.
Perico. Pedro .
Julián.
Pedro. Perico. Julián. Pedro.
Pekico.
Ah, vamos, estar conmigo es lo mismo que no estar con nadie. Un trasto viejo que de nada sirve. Vamos tio Pedro, no tanto; si parece usted un pino por lo firme y lo. .. (Canastos, de qué manera y por dónde, empezaré á prep ararlo!) (Si yo lo hubiera sabido ! Vamos, estoy que me abraso.) Tio Pedro.
Qué te se ocurre? Qué es lo que está usted mirando con tanta atención?
Los restos
de mi existencia.
Quién diablos
piensa en eso!
Otra! qué dices? no pensar en el muchacho? en mi Julián? en mi hijo? Por fuerza que estás tocado. . . Dar al olvido á mi pobre Claudia?
Cielos!
Yo olvidarlos?
Mas. ..
Más fácil es que el Ebro se trueque en arroyo manso, ó vuelva atrás su corriente. Lo comprendo, pero. . .
En tanto me quede un resto de vida, vendré á sentarme á este banco, á ver mi casa; la casa donde felices pasaron la vida, aquellos que están en el cielo, hace dos años,
(Saliendo hasta el proscenio. Con voz desgarradora .) Mi Madre!
Quién?
(Santo Dios!)
Muerta!., muerta!
Que?. . Un soldarlo? (A Pedro, con alegría.) Julián.
Pedro. {Con asombro.) Julián?
Julián. (Adrazándole.) Padre mío.
Pedro. Hijo!. . Gran Dios!.. {Pausa.)
Perico. Seré bárbaro?
No lloro como un chiquillo? Yo, unmelitar. . . que he matado más gente. . . (Creí que estaba con esos pobres gaznápiros que se tragan cada embuste como la rueda de un carro.)
Pedro. Hijo!. . . Bendito sea el cielo!
Julián. Dios la tenga en su descanso.
Perico. Pues señor, yo no he nacido para mirar estos cuadros; y así, sin que ellos lo noten, me escurro. — Pero qué diablos habrá en la aldea que todos andan en corrillo? . . Vamos á oler; es mi único oficio. Le tengo un odio al trabajo!
ESCENA XII.
Julián, PedrOv
Pedro.
Julián. Pedro.
Julián. Pedro.
Julián.
Pedro. Julián. Pedro. Julián.
Pedro.
Julián. Pedro.
Sí; ya no cabe dudar, tú eres aquel que creia muerto.
Padre!
La alegría no me deja respirar. — Vienes enfermo?
Yo. ■*
Sí;
ese color. . . .
Ya no es nada; después de tanta jornada.. . . Pobre!
Al cabo, sucumbí. Por qué no me has avisado? Porque el mal no daba treguas y me hallaba á muchas leguas. Otra! yo hubiera volado hasta lograr encontrarte. Imposible!
No seas niño;
eon las alas del cariño
se llega á cualquiera parte. Julián. Ay! si eso fuera verdad,
tiempo hace que aquí estaría,
y víctima no seria
de una infame falsedad.
Don Rufo rompió los lazos
más sagrados. Pedro. Fué un impío,
. cierto; pero aún, hijo mió,
te quedan aquí mis brazos. Julián. Ah, sí, sí; aún logro tener,
para mi consuelo eterno,
el amor de un padre tierno
y el amor de una mujer.
Rosa! Pedro. Rosa? Julián. Usted presume
que mi pasión se ha deshecho?
El fuego que hay en mi pecho
ni la muerte lo consume. Pedro. Rosa!
Julián. * Después de ocho años
de sufrir traidoras lides. . . Pedro. Es preciso que la olvides. Julián. Cómo!
Pedro. Sucesos extraños,
tu ausencia, la suerte vil . . .
Julián. Que olvide?. . .
Pedro. Dios lo ha querido;
Rosa tiene ya marido.
Julián. Padre!
Pedro. Pertenece á Gil.
Julián. Dios de Dios! . . .
Pedro. Honda es la herida!
Julián. Rosa en poder de ese hombre?
Maldición sobre mi nombre
si no le arranco la vida. Pedro. Hijo!
Julián. Los dos pagarán
su infamia! Pedho. Dios te contenga.
Julián. Traición con traición se venga! Pedro. Nunca!
Julián. Los dos morirán!
Pedro. Qué estás diciendo?
Julián. Infelices!
- 56 —
Pedro.
Julián. Pedro.
Julián, Pedro. Julián. Pedro. Julián. Pedro.
JULIAN.
Pedro.
Julián. Pedro.
Julián. Pedro.
Julián. Pedro.
Julián.
Pedro. Julián. Pedro.
Mi madre alienta mi anhelo. Tu madre tiembla en el cielo al escuchar lo que dices. Tú la ofeades, tú te engañas. Cuándo una madre ha querido ver en el crimen sumido al hijo de sus entrarías? Esto te asombra quizás? Yo al mirarte me confundo: que has aprendido en el mundo? Mucho.
Entonces no serás criminal; no puede ser; perdonarás al malvado. Yo?
Al que tu bien te ha robado. ISunca!
Sabrás padecer. Imposible!
Y apagar la cólera que te enciende. Qué aprende aquel que no aprende á sufrir y á perdonar ! Ay, padre!
Si no te inspira la voz de este viejo rudo, hijo, desde hoy quedo mudo. — Quieres vengarte?
Si. ■ Mira.
(D. Rufo atraviesa la escena, guiándose con un gar
rote.)
Don Rufo!
Ese?
Aquí los dos. — Ahí le tienes, ahí le tienes; ciego, sin calma, sin bienes. — Enmienda la plana á Dios! Don Rufo!
Por Belcebú! con un empujón violento le matas. . .
Si hace un momento le salvé la vida.
Tú?
Puesto al borde. . .
Ya adivino.
- 57 —
Julián. Yo le libré. Pedro. Julián! Julián. Padre! Pedro. Así te quiere tu madre:
libertador, no asesino. Julián. Quede sepultada aquí
mi dulce ilusión hermosa. \ Rosa! (Llorando.) Pedro. Mira. Julián. Quién? Pedro. Es Rosa
que viene á rezar por tí. Julián. Oh! Pedro. Silencio. Julián. . Suerte cruel.
ESCENA XIII.
Dichos, Rosa, de negro, que se habrá puesto de rodillas al pie de la cruz.
Rosa. Si no es mi plegaria impía,
acoge, Virgen María,
mis oraciones por él.
Tú sabes con cuánto afán
lloré su muerte. Julián. Impostura! Rosa. (Levantándose sobresaltada.)
Cielos! un hombre. Julián. Perjura! Pedro. Hijo! Rosa. Julián? Julián. Sí, Julián,
que del destierro volvió
para su daño y tu afrenta,
y viene á pedirte cuenta. Pedro. Y voy á dártela yo. Rosa. (Cayendo de rodillas .)
Perdón!
Julián. En vano te humillas.
Y usted la va á defender? Pedro. Para ello me basta ver
que está á tus pies de rodillas.
Mal te han puesto el corazón,
y has olvidado colijo
que eres Julián, que eres mi hijo,
- 58 —
que has nacido en Aragón.
Aquí se logran vencer
ejércitos y montañas,
mas no se muestran las sañas
con una pobre mujer.
Cuentas pides y la afrentas;
si ella al oirte te implora,
si está á tus pies y si llora,
qué más cuentas! qué más cuentasl
{Pausa. Pedro alza á Rosa.) Julián. Padre, la fria razón
de sus años, no se aviene
con las ansias del que tiene
desgarrado el corazón.
Pasar toda una existencia
acariciando avariento
una idea, un sentimiento;
sufrir ocho años de ausencia
para ver á esa mujer
—de mi amor sueño divino —
en brazos del asesino
de mi madre!. . . Pedro. Hijo!... Quehacer?
Julián. Qué hacer? alzar iracundo
mi voz; hacer que mi pecho
estalle en iras deshecho.
Padre, si no hay en el mundo
poder humano que impida
rugir á la mar violenta,
quién domara la tormenta
que ruge aquí embravecida? Rosa. Julián! {Rápido.) Julián. A esa cruz invoco.
Qué fueron tus juramentos? Rosa. Tú no sabes mis tormentos. Julián. Hay para volverse loco. Pedro. Creyó tu muerte, y advierte. . . Julián. Que voy á perder la calma;
amor que arraiga en el alma,
dura aun después de la muerte. Pedro. Tú en tu larga correría,
has visto en cosas de amor
un mundo mucho mejor
de lo que yo me creia.
Qué has visto, Julián, qué has visto? Julián. Infamias, torpes amaños,
falsías y desengaños.
— 59 —
Pedro. No digas más. Vive Cristo!
Y después de haber visto eso
quieres que haya en esta aidea
una mujer que no sea
cual todas, de carne y hueso!
Que al estar en la agonía,
sin pan, sin padres, sin novio,
sufra impasible el agovio
de un hombre que noche y día
viene á su reja á decir,
«Rosa: mi amor es profundo;
»no tienes nada en el mundo;
«quieres casarte?» Es decir,
que tú, que sólo has hallado
en el mundo que has corrido,
mujeres que se han vendido
y hombres que se han engafado,
buscas aquí mujer tal
que con el agua en la boca
aguante como una roca
el diluvio universal.
Quita allá, y piensa con sana
razón. Julián. Padre! Pedro. Vuelve en tí.
Piensas que yo no sufrí
con la boda? La mañana
que ésta trajo la canción
y me dijo con quién era,
de buena gana la hubiera
echado por el balcón.
Mas poniéndome en la cierta
dejé mi forma agresiva,
tuve lástima á la viva
y suspiré por la muerta.
Hoy Rosa, sufre quizás;
tu presencia la anonada. Julián. Rosa!
Rosa . Soy muy desgraciada;
más que^tú; mil veces más.
(Aparece Gil y con paso lento y ademan mnbrio se coloca junto á Rosa.)
— 60
ESliENA XIV.
Dichos, Gil.
Gil. (Reprimiendo la ira.)
Tiempo hace lo presumí! Julián. (Es él? mi razón se ofusca.; Pedro. {Deteniéndola.)
Oh!
Julián. No soy yo quien le busca,
es él quien viene hasta mí. Pedro. (Julián, á tu madre apelo;
deja que descanse en paz ) Rosa. (Nunca te creí capaz
de ese engaño.) Gil. Vive el cielo!
Ya comprendo tu inquietud!
Ese hombre . . . Rosa. Con su presencia,
hoy ha puesto en evidencia
tu infamia y mi ingratitud. Gil. Confiesas tu amor? Rosa. Jamás
habrá razón que me arguya;
mi honra, mi virtud es tuya. Gil. Rosa!..
Rosa. No me pidas más. (Váse.)
Gil. Oh!
Pedro. Por un torpe engaño
que te inspiró Lucifer,
conseguiste una mujer.
Hoy lloras tu desengaño!
—Vete. Gil. Yo?
Pedro. Aunque no te cuadre.
Tu crimen no tiene nombre. Vete, no se acerque ese hombre á reclamarte su madre.
(Gü se estremece, y como poseído de un terror supers- ticioso, se aleja.)
ESCENA XV.
Julián
Pedro.
Pedro. Julián, ¡valor!
Julián. Quede aqtf!
muerto mi amante deseo.
Por última vez la veo.
¡Qué más quiere usted de mí! Pedro. Que seas á la honra tiel;
que la olvides si me quieres. Julián. ¡Oh!
Pedro. No diga ese hombre que eres tan infame como él.
Julián. ¿Y quién la puede arrancar de aquí?
Pedro. Dios.
Julián. ¿Dios. No lo espero.
Pedro. ¿Dudas?
Julián. Dudo.
(Perico sale dando voces y brincos de alegría. Trae chaqueta amarilla, alpargatas, gorra de cuartel t un morral á la espalda y un (forróte en ¡a vano.)
ESCENA XVI.
Dichos, Perico
Pe i ico.
Julián. Perico.
Compañero, vaya un cisco singular que se ha movido.,
¿Qué pasa? Que se halla toda la aldea como en dia de vendimia ó en noche de noche-buena; que todos van por las calles corriendo que se las pelan, con los puños como mazas y los ojos como yescas. Solos están los cortijos, y las campiñas desiertas, sin un mayoral los hatos, sin un segador las eras,
y están caballas y chozas como en los dias de fiesta. ¡Vaya un cisco, Julianillo, no se ba armado mala gresca! Los unos cogen las hoces, los otros las podaderas; aquel un legón, los otros los restos de una.escopeta ó el rabo de una sartén, ó el rabo de una cazuela. ¡Y las mujeres! Toittcas van de Ceca para Meca empuñando los badiles, y echando al traste las ruecas. No hay voz que no se levante ni brazo que no se mueva, ni corazón que no lata, ni sangre que no se encienda; que á la honra de España tocan, y en llegando á esta materia no hay lágrimas, ni suspiros, ni desmayos, ni pamemas, sino coraje en el pecho y ardiente fuego en las venas.
Julián. En fin, sepamos, qué pasa?
Pedro. Sí, que estamos en tinieblas.
Perico. Toma! toma! pero es cierto
que ustedes?. . esta si es buena! Si hasta los perros y gatos lo saben.
Julián. El qué?
Perico La afrenta.
Jül. y Ped. Cuál?
Perico. Cuál? que el pendón de España
anda rodando por tierra
de un puntapié que le han dado
unas kabilas muy fieras
que han cavilado sin duda
que somos niños de teta. Julián. Los moros? Perico. Justo, los moros.
Pedro. Han tenido la insolencia?. . Perico. De plantar la media luna
sobre nuestra cruz. Julián. Y piensan
que no ha de costarles cara
tal acción?
- 65 -
Pedro. España entera
se alzará para vengarse. Perico. Para vengarse? Ya, buena
gente somos aquí para. . .
No ha}7 más que leerla Gaceta
que ha recibido el alcalde.
Allí está escrito, con letras
de molde, la gran sesión
que ha habido en Madrid ; al leerla
el alcalde, á toiticos
nos ha subido á manera
de una grande fogarata,
y plaf, explosión completa.
Todos quieren engancharse
de voluntarios; la gresca
sube de punto, y hay hombre
que se ha comido la oreja
de un moro (se entiende, en sueños.) Julián. Y bien, padre; esa es la senda
que Dios me señala. Perico. Justo.
Ole con ole, morena!
vamos á matar más moros
que puntos tiene una media. Pedro. Pobre del viejo caduco
qué triste y solo se queda! Julián. Yo con usted. Pedro. No lo pienses.
Julián. Padre, mi deber. .. Pedro. Te ordena
dar tu sangre por tu patria
para lavar sus ofensas. Julián. Y habré de dejar á usted
sumido asi en la miseria?
Jamás.
Perico. Aquí viene el Porro,
que parece una centella.
ESCENA XVII.
Dichos, el Porro.
Porro. Esta aquí Julián!
Julián. Quién es?
Porro. Este pliego.
— 64 -
Julián. Porro.
Perico. Julián.
Perico. Julián.
Pedro. Julián. Perico. Porro. Perico.
Julián. Perico.
Julián. Pedro .
Julián.
Pedro. Julián.
Pedro. Juljan.
Pedro.
Perico. Julián.
A ver? Urgente. (Lee.) (Con que es moneda corriente que no murió
Ya lo ves.) Esto mitiga mi afán. Es del coronel Herrera. (A Perico.) Diantre! . . Qué dice?. .
Que espera
al subteniente Julián? Tú?
Me queria bastante. Subteniente!
Anda, Perico! Vamos, tio Pedro, que el chico es un mozo ec/iao pa alante. Claro está que tú, que yo. . . digo que usted. . .
No seas niño. Todo esto lo hace el cariño de la pobre vieja.
Oh!
Rogando está á más y más á Dios por tí.
Pobre madre! Gracias á tí, tendrá padre sustento.
Y ascenderás.
Y qué me importa ascender? tocar la cumbre más alta, qué me importa? si me falta el amor de esa mujer!
Sin ella no hay ilusión, que es ella mi vida entera.
Y la patria que te espera, no alienta tu corazón? Cuando en el trópico ardia el sol que mi sien quemaba, yo al verle le saludaba
y al saludarle decia, derrama tu fuego en mí , que tú eres el mismo sol que alumbra al pueblo español , la patria donde nací. {Abrazándole con efusión.) Julián!
Bravo!
Tengo sed
- 65 —
de luchar.
Perico. Y yo á tu lado.
Pedro. Y todo español honrado.
(Se oyen vqces de entusiasmo.)
Julián, {Cayendo de "rodillas.)
Padre, bendígame usted.
Pedro. Ocho años hace lloraba
al pie de esa cruz un padre,
y casi muerta una madre
á Dios por su hijo rezaba.
Nada el dolor mitigó,
y es que el alma presentía
que el hijo al partir perdía
los séres que tanto amó.
Hoy, aliviando mi afán
la voz que en torno resuena,
alzo la frente serena
y te bendigo, Julián.
Vas por la patria a morir. . .
Otra ansia en mi pecho lidia
no es el temor, es la envidia
de no poderte seguir!
FIN
OBRAS DEL MISMO AUTOR.
Una víctima oe amor
Modestia y vanidad / —
Don Tomás II
Otro diablo cojuelo
los celos de una vieja
Las quintas
El Centro de gravedad
Los aguinaldos
Entre Pinto y Valdemoro
La Beltraneja
El Miope
Las Colegialas de Puerto Real .
Doña María Coronel
Vetüria
Comedia en un acto y en verse. Comedia en tres actos y en verso . Comedia (hasta cierto punto) en un
acto y en verso. Revista en un acto y en ^erso (1). Comedia en un acto y en verso.
(Segunda edición .) Drama en dos actos y en verso.
(Segunda edición). Comedia en tres actos y en verso. Comedia en un acto y en verso. Comedia en un acto y en prosa. Drama en tres actos y en verso (2). Juguete en un acto y en prosa. Opera cómica en tres actos y en
verso (areglo del francés) (3). Drama en tres actos y en verso
(Segunda edición) (4). Tragedia en un acto y en verso.
(!) En colaboración con D. Fernando del Pozo.
(2) En colaboración con D. Francisco í.uis de Retes.
(3) En colaboración con ol mismo, (i) En colaboración con «! mismo.
DE
MODISMi
(FRASES Y METAFORAS)
PRIMERO T UNICO DE Sü GÉNERO EN ESPAÍ
COLECCIONADO V EXPLICADO
POB
RAMÓN CABALLE
CON UN PRÓLOGO
DB
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